viernes, 10 de abril de 2009

Que fuera una clase



Existe una etapa en la vida en donde debemos tomar una decisión fundamental, hacer una pausa y ponernos a pensar que es lo que queremos para nuestro futuro; hacia donde vamos. Mil dudas pasaron por mi cabeza, ¿Para que seré buena?, ¿Por qué área me decido?, o por otro lado ¿Qué dirán mis padres sobre la carrera que elijo? Aunque esto último nunca fue un problema para mí, ya que ellos siempre respetaron y apoyaron mis decisiones. Lo único que ellos querían, era que yo hiciera lo que realmente me gustara. Muchas veces estuvo la idea de seguir el área artística, ya que cantar es algo que desde pequeña me apasiona. Tuve la opción de ir a una escuela de canto, cosa que finalmente rechace, ya que pensando objetivamente este campo no esta muy valorado en nuestro país.

Al recibir los resultados de la prueba de selección universitaria, mis opciones habían cambiado notablemente. Ahora era una carrera del área científica la que me llamaba la atención, siendo educación básica mi segunda prioridad. Así entré a la carrera de nutrición y dietética. Creo que fue desde el primer día de clases que supe que esa carrera no era para mí, y me pregunte ¿Qué hago aquí? Quizás fue producto de mi inmadurez. Y si que era raro, ya que toda la enseñanza media había estado en el área humanista. Después de un año en esta carrera tome la determinación de cambiarme, y me quede con mi segunda opción; Educación General Básica. Pero la pregunta clave en esta decisión es ¿Por qué estudiar educación básica en el siglo XXI? Quizás esta pregunta sea muy amplia y por lo tanto difícil de responder, pero el fin de este ensayo es reflexionar acerca del porque estudiar una carrera que en el país esta tan desvalorizada y dejar de manifiesto los motivos por los cuales decidí aceptar este desafío, que es el de mejorar la calidad de la educación chilena.

Desde el primer ciclo básico tuve la oportunidad de ir a un colegio privado, en donde la educación era bastante buena, sobre todo comparándola con escuelas en las que ésta era un tema. El hecho de que fuera tan desigual me llamaba mucho la atención. Sentía que muchas veces los que mas necesitaban una buena educación no la tenían. Esta sensación mía, no era tan solo una cosa personal, sino que es algo que a nivel país se pretende solucionar.

“Educar es crear, realizar y validar en la convivencia, un modo particular de convivir. Esto siempre se realiza en una red de conversaciones que coordina el hacer y el emocionar de los participantes. En un país, la tarea de cualquier actividad educativa es cumplir este quehacer en la formación de los ciudadanos del país. En un país de intención democrática, esto significa entregar a cada ciudadano elementos para un quehacer autónomo, social y ecológicamente responsable”.
[1]

Ahora si bien, el país tiene este deber de entregar las herramientas necesarias para la educación, no puedo dejar de lado la tarea docente que nos corresponde realizar. Como futura profesora debo procurar que mi labor se óptima, perfeccionándome día a día y asegurándome que al momento de hacer mi clase, genere en los alumnos un aprendizaje significativo. Asegurarme además de manejar los contenidos necesarios, ya que este es un punto el cual se les esta cuestionando el día de hoy a los profesores. Es por esto que actualmente todos estamos tan preocupados y atentos con la famosa prueba Inicia.

Cuando elegí ser profesora asumí, que en mis manos estarán las vidas de cientos de niños y que quizás sus futuros estén determinados según la labor que yo cumpla, recordando siempre que estaré formando a las personas del mañana, dándole mucha importancia además de los contenidos a los valores; a la parte actitudinal. Recuerdo una frase dicha por un profesor de la universidad: “El error del médico esta en la morgue, el error del abogado en la cárcel y el error del profesor está en la calle” y además agregó que si bien el médico puede cometer un error el perjudicado solo seria uno, pero en cambio el profesor al cometer un error perjudica a una gran cantidad de niños, dejando huellas en generaciones completas.

El día de hoy, nuestro país ha logrado grandes avances en diversos ámbitos, pero a pesar de esto, en el área de educación aun queda mucho por hacer. Esto lo comprobé al ver en mi práctica, la que hice en una escuela de alta vulnerabilidad, a un profesor, el cual ya aburrido y desentendido de la situación que ocurría en la sala de clases (golpes entre compañeros, alumnas maquillándose, entre otros sucesos) dijo "¡Ya no hay caso con estos niños!", dejando 90 minutos libres para desorden, peleas y burlas. Este hecho lo encontré realmente insólito; el ambiente propicio para el aprendizaje del que nos habla el Marco para la buena enseñanza, y el que el docente debiese generar, aquí realmente no se tenía en cuenta, y que decir de lograr un aprendizaje significativo en los alumnos. En esa ocasión escogí a uno de ellos y le pregunte ¿Cómo te gustaría que fuera la clase?, a lo que el me respondió" ¡Que fuera una clase!" En ese minuto me hizo sentido el haber escogido esta profesión, ya que hoy más que nunca quiero cubrir las expectativas de mis futuros alumnos, "Hacerles una verdadera clase".


Nosotros como futuros docentes somos los encargados de generar este cambio, logrando desde nuestro rol, poco a poco ir consiguiendo una educación más equitativa. Realizando nuestra tarea de enseñar de forma óptima, con distintas estrategias y metodologías, en los diversos establecimientos que nos toque trabajar, ya sea colegios privados o escuelas municipales, porque finalmente estamos educando en los dos casos a las personas del mañana.




[1] Humberto Maturana, Transformación en la convivencia (Chile: 1999)